miércoles, 29 de octubre de 2008

River no levanta cabeza


Nada hacía pensar que terminaría de tal manera, pues entró a la cancha casi en ventaja con un lindo gol del joven Gustavo Bou, liberándose de la marca de los centrales tras una jugaba bien combinada con Augusto Fernández y cruzando la pelota ante la salida de Sebastián Peratta.
Ese gol parecía que podría dar la vuelta de página. Al menos había terminado con 288 minutos sin marcar goles.
Pero cuando Juan Manuel Insaurralde puso el empate, estableció otro record negativo: diez fechas sin ganar. River se mostró distinto a los últimos partidos en los primeros minutos, con los defensores anticipando todo intento del medio de Newell's, como con el cuchillo entre los dientes y no esperando el milagro en Guadalajara, para salvarle las ropas al entrenador Diego Simeone.
Con Oscar Ahumada afuera antes del fin del primer tiempo por una lesión en un pie, reemplazado por Leonardo Ponzio, y con Diego Buonanotte al comienzo del segundo por Robert Flores, River no tuvo cambios para mejor.
En todo caso Flores le dio movilidad a la ofensiva junto a Bou en la primera parte del juego, y Buonanotte siguió como un jugador que no encuentra el pase y pierde en el uno a uno, lejos del que brilló en partidos el torneo pasado.
A los 14 vino el empate que golpeó los ánimos riverplatenses y nada menos que otra vez de pelota parada. Corner desde la derecha de Leonel Vangioni, Germán Re cabeceó sin saltar y la mandó al medio. Fabbiani no pudo pegarle en el pique loco de la pelota y tampoco tomarla Vega, pero sí Insaurralde, que la empujó con fuerza adentro del arco.
El partido fue cayendo en un pozo del que River no supo salir y Newell's no supo dominar a un equipo totalmente golpeado y desorientado.
Buonanotte pudo tenerla cuando recibió un centro de Ferrari, tal vez lo mejor de River, pero la desvió ante el arquero Peratta Luego fue el turno de Salcedo, que entró para hacer nada por Bou.
Tuvo la chance sobre el final, cuando se desmarcó bien pero el disparo final fue a la tribuna de Newell's, cuyos hinchas, que ovacionaban sus dotes de goleador en Rosario, saludaron con aplausos, entre melancólicos e irónicos para con sus pares de River.
Se terminó el partido y el final fue un coro de insultos y amenazas de la hinchada exigiendo ganar la Sudamericana, mientras Simeone descargaba su bronca rompiéndose la mano izquierda por una trompada contra el banco de suplentes.

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